martes, 29 de noviembre de 2011

Algo se mueve en Balbec

Queridas Madames,

Sinceramente, para mi sorpresa, noto una perturbación en el pasado que ve el futuro. Y me explico:

Yo ya sabía que Marcel era un autor a caballo. Y no me refiero a sus paseos subido a un equino por los campos de Balbec, que alguno da para mi sorpresa cuando lo lógico hubiera sido que sintiera un temor atroz ante seres de ese peso que además relinchan y responden a estímulos tan inapropiados como un terrón de azúcar. Sino a que estructura su obra en dicotomías. Nada que no hayamos hablado en nuestras tertulias, que si me voy por Guermantes o por Meseglise, que si prefiero las fiestas burguesas de Verdurin o las aristócratas de Guermantes, que si me decido por Gilberta o por Albertina. La tentación de ponerle a caballo entre los novelistas realistas del siglo XIX y los psicologistas del XX es grande. No es un innovador formalista como Joyce ni como Rimbaud, pero la introspección del yo es fundamental en su obra.

Pues bien, en Sodoma y Gomorra me encuentro con bonitas alusiones a un futuro técnico y económico ante las cuales Marcel parece... no sé si perdido o despechado, pero desde luego un tanto fuera del mundo. Los terribles coches eléctricos, gigante de las botas de siete leguas, le vienen estupendo para llegar a las fiestas de Mme. Verdurin, pero le acercan tanto los pueblos que le llegan a igualar los paisajes, de modo que no tiene tiempo suficiente para su habitual somatización emocional del recuerdo en los lugares por los que pasa. Y aparecen personas (entiéndase, hombres de sociedad no baja) que trabajan en cosas no como preparar guerras, atender la confesión de las mujeres, o mantener el porche para las visitas, sino en informes, cifras, datos, acciones de bolsa...

Sutiles apuntes, Madames, que dan idea de que el mundo definitivamente cambiaba. Que, en este caso, no habrá posibilidad de escoger camino, sino que este vendrá impuesto. Y no dice qué vendrá con él, pero debo intuir que será el olvido, claro.

Seguiremos informando.

Suya,
Madame de Borge

lunes, 21 de noviembre de 2011

Ping de pezones

Queridas Madames,






Monóculo temblando, aguja de punto de cruz caída, y botella de pastís cerca para los soponcios, descubro que Marcel por fin ha encontrado objeto a Gomorra. Siempre, inocente que es una, me alineaba con esa corriente de lo popular que dice saber bien cuál era el pecado de los sodomitas, pero desconocía por completo el de los gomorritas. Pero Marcel, audaz, valiente, lúcido, lo descubre: ¡las gomorritas son las muchachas que tienen vicios con las muchachas!


Sodoma a tomar por culo
(con perdón)
De la pobre Gomorra quedó tan poco que ni hay cuadros
En esta imagen, La destrucción de Sodoma, de John Martin

Marcel teme acabar como Swann, y que Albertina sea gomorrita como resultó serlo Odette, y todo por una insidia del doctor Cottard. Yo les digo que es una muchacha buena, y aunque evasiva con el pobre Marcel, creo que lo hace por cuidar la delicada salud del muchacho y no alterarlo mucho. Pero claro, viene el doctor de los Verdurin y no se le ocurre sino decirle a Marcel que las mujeres disfrutan más que con nada con el pezón contra el pezón, y, claro, como no podía ser de otra manera, su varonil indignación se ha desatado, nada le parece más inconcebible, no puede soportar ESTO:


¡PING!
Sé que esta imagen les choca, queridas
Sean ustedes fuertes


¡Qué les voy a decir! El humor se le desboca, a veces uno se tienta de decir que invOluntariamente, que no puede serse tan envarado y soltar estas perlas... Los sudores fríos al imaginar los amores calientes de las muchachas en flor de Balbec. El hombre con problemas de vista que siempre se ganaba un guantazo del mellizo de su objeto de deseo... El festín sexual de Sodoma y Gomorra es un banquete que Marcel dice sólo mirar, en el que es espectador privilegiado, y en el que no se le permite disfrutar nada. O tal vez sí: el lenguaje.


Suya, justo antes de la ducha,
Madame de Borge

lunes, 7 de noviembre de 2011

¿Cuestionarios Proust?

Querida Madame Proust,

¿Sabe usted que está en prensa? Para mi sorpresa, la Baronesa Riefenstahl (quien no viene a nuestro salón de té, pero su espíritu nos llena e imbuye) nos ha enviado esta reseña que habla de los cuestionarios Proust, que nos revelan algunos gustos que dirían frívolos, pero que yo sé profundos e inherentes al alma humano. Aquí se lo  dejo, señora.

Me da cosita, Madame, hablarle de las cosas que Marcel está viendo en su Sodoma y Gomorra. En las fiestas hay miradas, relaciones e insinuaciones equivocadas, cosas que una madre nunca aprobaría que su muy querido hijo viera. ¡Ánimo, señora! Con un poco de suerte, puede usted ganar otro hijo.

Suya,
Madame de Borge